En esta primera entrada de mi diario de aprendizaje quiero
hablaros de Malala Yousazfai, una mujer hoy de 23 años, una adolescente cuando
el mundo la conoció.
El 9 de octubre de 2012, con 15 años, Malala sufrió un
atentado talibán en el autobús que la llevaba a la escuela en su Pakistán
natal. Le dispararon tres veces y una
bala le atravesó la cara. Todo comenzara
cuando Malala decidió escribir un blog para la BBC denunciando la situación de
las niñas y la mujeres en el Paquistán bajo el mandato talibán; este blog tuvo
tanta repercusión que hicieron un documental sobre su vida, se le hicieron
numerosas entrevistas…
Después de sufrir el atentado, Malala fue llevada al Reino
Unido donde curó sus heridas. Se
convirtió en una persona muy influyente, siguió luchando por la mejora de la
educación de la infancia, en general, y de las mujeres en particular. Por eso, en el año 2013, la organización
humanitaria KidsRights le otorgó el Premio de la Paz de los Niños, el
equivalente al Nobel adulto por su defensa de la educación de todos los niños
en un entorno seguro.
En octubre de ese mismo año, Malala recibió el Premio Sàjarov
a la libertad de conciencia. Aquí podeis ver el artículo del diario El País del
10 de octubre de 2013, donde se recoge además el Vídeo
coa proclamación no Parlamento Europeo de Malala como gañadora do premio
Sàjarov 2013.
Fue recibida por el presidente de USA, Barack Obama; estuvo nominada a los Premios Nobel de la Paz
en al año 2013 (persona más jóven en ser nominada); fue nombrada Embajadora de
Conciencia de Amnistiía Internacional, entre otros muchos reconocimientos.
En ese mismo año, 2013, publica Yo soy Malala, un relato de Malala Yousazfai y Christina Lamb,
sobre una familia desterrada por el terrorismo global, de la lucha por la
educación de las niñas y de unos padres valientes que alentaron a su hija en
una sociedad que privilegiaba a los hijos varones.
En el año 2015, la editorial Planeta publica Malala. Mi historia, escrito por la
propia Malala y Patricia McCormick.
Malala sigue trabajando por el bienestar de la infancia y de
las niñas en particular, a través de su fundación Malala
Fund.
Su historia me impactó tanto que en su momento trabajamos con el alumnado en tutoría sobre su figura y le dedicamos la conmemoración del Día de la Paz 2015, en el instituto donde ejerzo como orientadora.
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